Matar un ruiseñor (Harper Lee)

Matar un ruiseñor no necesita ningún tipo de presentación, es una novela de las más leídas y recomendadas. Un libro de cabecera y uno de mis grandes pendientes. Nunca encontraba el momento de leerlo pese a estar en mi lista de pendientes desde hace años.

El momento llegó cuando salió la noticia de la secuela que publicarán próximamente. La excusa perfecta para no dejar pasar ni un día más sin conocer a los Finch.

Y es que en un principio, sabiendo lo poco que sabía de la trama, me daba pereza adentrarme en ese mundo de blancos contra negros, de injusticias y de lo que yo suponía sería una lectura dura, de esas que te remueven por dentro. Y vaya si me ha removido, pero no de la manera que yo pensaba. 

No puedo tener más que admiración por la forma en que Harper Lee da voz a los niños y deja que ellos cuenten la historia. Tanto Scout como Jem me han conmovido con sus conversaciones llenas de inocencia y de esas verdades que son tan propias de la infancia. Gracias a ellos, lo que podría haber sido una novela árida se convierte en algo maravilloso.

Me emocioné hasta las lágrimas en cierta escena a las afueras de la cárcel, y eso que lo grande aún estaba por llegar. 

Historias como la de Tom Robinson que parecen tan lejanas pero en realidad son tan actuales, y temas que siempre lo serán como la injusticia, la solidaridad, la amistad son lo que convierten en clásico a esta novela. 

Luego está Atticus Finch. El mundo es mejor con Atticus Finch. Punto.

(1960)