"Francia, 1866. Étienne Lantier abofetea a su patrón y se queda sin empleo. Vagabundo y sin trabajo, halla nueva ocupación en las minas de carbón. Los rigores de la labor bajo tierra, las condiciones inhumanas, la injusticia, la crisis social, la revolución y la huelga, la brutal represión, pero también el amor, son los protagonistas de Germinal, uno de los más rotundos y vívidos alegatos nunca escritos en favor de los explotados y los oprimidos."No hay novela de los Rougon-Macquart que no termine a los pies de Zola.
Germinal es la novela 13 de la saga de Los Rougon-Macquart, y esta vez el protagonista es Étienne Lantier, hermano de Claude Lantier el protagonista de La obra, otra novela que me fascinó.
Étienne ha perdido su trabajo y vaga por el mundo hasta que llega a Montsou, un pueblo minero. Allí consigue un puesto y es donde por primera vez se me pusieron los pelos de punta al acompañar a Étienne y a sus nuevos compañeros al interior del pozo.
La descripción de la bestia, del infierno en la tierra, de la mina y de las condiciones a los que son sometidos los trabajadores, las trabajadoras y los animales, me impactó tanto que pensé que sería un libro difícil de leer. Lo hubiera sido, quizás, de haber sido otro el escritor que le diera vida, pero Zola y su capacidad de observar el mundo y a las diferentes personas que lo habitan, pudiendo ver lo mejor y lo peor de cada uno, hace de Germinal una historia conmovedora.
"Sólo comprendía una cosa: el pozo tragaba hombres por oleadas de veinte y treinta, y con un trago tan fácil que parecía no sentirlos pasar".Los mineros, explotados por las condiciones en las que tienen que vivir, deciden ponerse de huelga y así empieza la lucha obrera frente al capital. El miedo, el hambre, la frustración, la ira,... Todo acaba por prender la mecha que lleva a un desenlace de los que mantienen en vilo.
"-¡Mira, hace calor!... Cógeme y sigamos juntos siempre, siempre.El final está lleno de lirismo, de tristeza pero también de esperanza, ante esa semilla en espera de germinar.
Él la abrazaba y ella se abrigaba con él largo rato mientras seguía su parloteo de muchacha feliz".
"Fuera, Étienne siguió absorto durante un momento el camino. En su cabeza bullían toda clase de ideas. Pero tuvo una sensación de aire libre, de cielo abierto, y respiró largo rato. El sol salía por el glorioso horizonte, aquello era un despertar de alegría en toda la campiña [...] Era delicioso vivir, el viejo mundo quería vivir una primavera más".