lunes, 10 de enero de 2011

Romeo y Julieta (William Shakespeare)


Para muchos, la historia de amor más grande jamás contada, para otros, la semilla que inspiró otras grandes historias, y no solo de amor. Familias enfrentadas,  adversidades, el cruel destino, una gran tragedia… Toda una gama de pensamientos y sentimientos que disfrutar en una de las obras más famosas de Shakespeare.

Llena de metáforas, me ha hecho especial gracia el Ama de Julieta, un personaje típico, medio casamentera, medio cizañera, que al principio alaba a Romeo hasta que conoce a su contrincante, Paris.  Y Julieta al darse cuenta de su actitud cambiante, decide desconfiar. 

También me ha gustado especialmente el diálogo, famoso, que mantienen Romeo y Julieta tras su noche de bodas. ¿Será el ruiseñor o será la alondra?

JULIETA ¿Te vas ya? Aún no es de día. Ha sido el ruiseñor y no la alondra el que ha traspasado tu oído medroso. Canta por la noche en aquel granado. Créeme, amor mío; ha sido el ruiseñor.

ROMEO Ha sido la alondra, que anuncia la mañana, y no el ruiseñor. Mira, amor, esas rayas hostiles que apartan las nubes allá, hacia el oriente. Se apagaron las luces de la noche y el alegre día despunta en las cimas brumosas. He de irme y vivir, o quedarme y morir.

JULIETA Esa luz no es luz del día, lo sé bien; es algún meteoro que el sol ha creado para ser esta noche tu antorcha y alumbrarte el camino de Mantua. Quédate un poco, aún no tienes que irte.

ROMEO Que me apresen, que me den muerte; lo consentiré si así lo deseas. Diré que aquella luz gris no es el alba, sino el pálido destello de la Luna, y que no es el canto de la alondra lo que llega hasta la bóveda del cielo. En lugar de irme, quedarme quisiera. ¡Que venga la muerte! Lo quiere Julieta. ¿Hablamos, mi alma? Aún no amanece.

JULIETA ¡Si está amaneciendo! ¡Huye, corre, vete! Es la alondra la que tanto desentona con su canto tan chillón y disonante. Dicen que la alondra liga notas con dulzura: a nosotros, en cambio, nos divide; y que la alondra cambió los ojos con el sapo: ojalá que también se cambiasen las voces, puesto que es su voz lo que nos separa y de aquí te expulsa con esa alborada. Vamos, márchate, que la luz ya se acerca.

ROMEO Luz en nuestra luz y sombra en nuestras penas.

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