Desde que llegó a Tejas Verdes siendo una imaginativa niña pecosa de 11 años, que a pesar de su facilidad para meterse en líos se ganó el cariño de toda la gentede Avonlea, Ana se está haciendo mayor y llega ahora el momento de convertirse en una joven mujercita. A sus dieciséis años ha madurado mucho, aunque una gran parte de ella sigue siendo tan rebelde como su rojo cabello.Tenía ganas de volver a Avonlea y conocer la nueva etapa de Ana, pero lo que no me esperaba es que la mayoría del protagonismo la tuvieran otras historias.
La novela me ha gustado, no quiero decir lo contrario, pero es cierto que me ha dado la sensación de ser una novela de transición.
Ana sigue siendo una jovencita divertida, pero ya empieza a crecer y lo demostrará en su nuevo puesto de maestra. Sigue metiendo la pata de manera encantadora, mi momento preferido ha sido el de la vaca.
La trama de los niños no ha sido mi preferida, es bastante predecible y cansina, incluso llegando a parecerme muy injusto para la pobre Dora que todo el mundo la considerara aburrida por ser demasiado buena y prefiriera al travieso de su hermano Davy. Yo esto no lo entiendo y quiero una novela desde el punto de vista de Dora, porque estoy segura de que tampoco le debe hacer mucha gracia.
En el lado contrario, me gustó mucho la trama de la "morada del eco" y las segundas oportunidades. También es predecible, pero es preciosa y me tocó la fibra sentimental.
Aunque para sentimientos los de Gilbert. Ha salido poquito en este tomo, pero las veces que lo ha hecho han sido de mariposillas en el estómago. Especialmente al final, dejando la miel de los labios a lo que está por venir y haciendo que cerrara el libro con ganas de más.
