A los diez años Jim Burden pierde a sus padres y deja su
Virginia natal para trasladarse a casa de sus abuelos en Nebraska. En el viaje
conoce a Ántonia, cuatro años mayor que él, hija de una familia de emigrantes
bohemios en busca de la tierra de las oportunidades.
Aunque narrada desde el punto de vista de Jim, apenas un
niño cuando comienza la historia, la verdadera protagonista es Ántonia, un
personaje lleno de pasión que traspasa las palabras y se queda en la memoria.
De Willa Cather tan sólo había leído la nouvelle Una dama
extraviada, que no me causó gran impresión. Dejé a la autora apartada hasta que
las buenas críticas sobre Mi Ántonia llegaron a mí, luego me tocó esperar a la
reedición.
Durante la historia a veces parece que no pasa nada, sobre
todo al principio, pero las ganas de leer no decrecen. Poco a poco las páginas salpicadas con
el aire de los prados y los colores del campo te van envolviendo, y entonces los sucesos pasan,
como la vida.
Novela entrañable, inocente a ratos, melancólica en otros. De
esas que se recuerdan con cariño aún pasado el tiempo. Repetiré con Willa
Cather.
"Entró en la habitación contigua se sentó en mi escritorio y escribió
en la cara superior de la carpeta la palabra “Ántonia”. La miró un momento con
el entrecejo fruncido, luego añadió otra palabra, convirtiéndolo en “Mi Ántonia”.
Eso pareció dejarlo satisfecho."
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