Novela de obligada lectura para mí. No es la primera vez que expreso mi afición a la antigua Roma, ni mi admiración a Marco Tulio Cicerón, así que esta era una novela que tenía un gran porcentaje a favor para encantarme.
Ha ido de menos a más. El principio me pareció pesado, no terminaba de engancharme al punto de vista de Taylor Caldwell, pero en cuanto el personaje de Cicerón empieza a crecer la historia crece con él.
Me parece una tarea realmente complicada el meterse en la mente de Cicerón, y expresar todas las dudas que le debieron recorrer a lo largo de su vida, pero lo que más me ha llamado la atención del personaje ha sido esa religiosidad que roza el cristianismo. Ese anhelo del Mesías que atormenta a Cicerón casi continuamente en toda la historia. Eso, y el hincapié que se hace en la parte augur de Cicerón, que le dan a la novela un toque mágico, que me ha acabado encantando.
Por supuesto, la relación amor-odio con Julio César está presente; la gran enemistad con Lucio Sergio Catilina; las desavenencias con su esposa Terencia y el gran amor por su hija Tulia.
Una gran reconstrucción histórica, una gran novela.
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