lunes, 5 de diciembre de 2011

El misterio de Edwin Drood (Charles Dickens)


Que el año que viene será el año Dickens es algo indudable. Se celebrará el bicentenario del nacimiento del autor, lo que significa reediciones de sus obras, algunas de lujo, novelas integras en España, como La pequeña Dorrit, biografías inéditas, adaptaciones televisivas,… En fin, una maravilla para cualquier fan. 

Una de las adaptaciones que se preparan en la televisión inglesa es El misterio de Edwin Drood, la novela que Dickens dejó inacabada a su muerte. Al parecer el no final ha dado mucho que hablar, muchos estudios, debates, teorías y elucubraciones sobre cuál era la verdadera intención del autor…

Pero retrocedamos, El misterio de Edwin Drood, en palabras de Chesterton “fue un libro totalmente diseñado por él pero terminado por otros” y “muestra que poco pudieron hacer otros siguiendo las sugerencias de Dickens.” Porque muchos intentaron escribir un final, incluso buscando ayuda del propio Dickens desde el más allá. 

¿Y es para tanto?

Sí, porque la novela acaba justo cuando más atrapado te tiene. 

La historia se desarrolla en un ambiente opresivo, más oscura que nunca, con fumadores de opio, amores no correspondidos, un pueblo habitado por personajes dickensianos y llenos de fantasmas. 

Y aunque, cuando la narración se detiene, parece que la historia está encaminada, que estamos a punto de desvelar que el sospechoso es efectivamente el asesino, siempre queda la duda y falta el sello inimitable de cómo lo hubiera escrito Dickens. 

Se dice que Wilkie Collins se negó a continuar la historia de su amigo, cosa que a mis ojos le honra, y hace que le tenga más cariño aún del que ya le tengo. 

Para terminar vuelvo a citar a Chesterton “el misterio de Edwin Drood es insoluble, que sólo conoceremos la verdad cuando encontremos a Dickens en el cielo y que para entonces es muy probable que éste la haya olvidado...”

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