Una vez más Elizabeth Gaskell me ha demostrado por qué es una de las conciencias sociales de la literatura victoriana. Ya lo hizo en Norte y Sur, narrando las tribulaciones de la Revolución Industrial. En Hijas y Esposas, a través de los avances científicos; y en cada relato, cada historia, trayéndonos de vuelta un pedacito de la Inglaterra en la que ella vivió.
En Los amores de Sylvia nos encontramos con las patrullas de levas. Odiadas y temidas por el pueblo llano, aún más por los marineros, que corrían el riesgo de ser secuestrados para servir en las guerras Napoleónicas, siempre en el nombre del Rey, eso sí.
En este ambiente de tensión, Gaskell nos narra la historia de la joven Sylvia Robson, habitante de un pequeño pueblo portuario, de su primo Philip Hepburn y del arponero Charley Kinraid. Sus vidas quedan entrelazadas por el amor, un secreto, sufrimiento, arrepentimiento y redención.
Confieso haber llorado al cerrar el libro, el sentimiento con el que está escrito traspasa el tiempo.
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