sábado, 20 de agosto de 2011

Lolita (Vladimir Nabokov)


Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.

Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.

Con uno de los principios más hermosos de la literatura, por escritura es una novela que merece grandes halagos. La prosa de Nabokov llega a ser poética, juega con las palabras, se recrea en ellas, lleva al lector por el camino que quiere. Es un gran trabajo psicológico, meterse dentro de la mente de un pederasta, explicar sus impulsos y que el hombre no parezca un auténtico monstruo.

 Y sin embargo no me ha terminado de gustar, no he llegado a conectar con la historia. A ratos se me ha hecho pesado y confuso, a ratos entretenido. 

Una montaña rusa, como la propia Lolita.

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